martes, 9 de diciembre de 2008

Reflexiones del Grupo de Liturgia


Las Bienaventuranzas

¿Quién puede decir que nunca ha sido pobre de espíritu? ¿Estamos seguros de que nunca en nuestra vida hemos dicho gracias de corazón a la abundancia de dones, sin necesitar ni desear ni sentir ganas de más posesiones? ¿Acaso nunca hemos sido conscientes de la gratuidad de todo lo que tenemos?

¿Nunca hemos llorado por el mal ajeno? ¿Nunca hemos sentido como propia la miseria del otro? ¿No habremos tenido y aprovechado la ocasión de ver a Dios en un momento especial de limpieza de corazón?

Y la misericordia. ¿Nunca hemos sentido con el hermano, el vecino o el amigo? Cuando protestábamos por alguna injusticia, ¿sabíamos que estábamos trabajando por la paz? Si alguna vez hemos dado cobijo a un perseguido o defendido a un calumniado, ¿hemos tenido certeza de lo que íbamos a recibir?

Las bienaventuranzas son, en bloque o por partes, un estupendo programa de vida. Pero resulta un poco abrumador, porque parece imposible de cumplir de pe a pa. Y yo estoy convencida de que si hay una fiesta de Todos los santos es porque hay que reconocer que todos somos, a veces, más santos de que la modestia nos permite reconocer.

A. Gonzalo

No hay comentarios:

Publicar un comentario